Por: Violeta García G – 9BF

La luz se desliza sobre tu piel,
como si el día te quisiera besar,
mi alma se enreda como un laurel
en tu voz suave al despertar.
Tus ojos reflejan una aurora naciente,
y el tiempo se detiene al mirarte,
porque cada mañana trae suavemente
el milagro simple de amarte.
El sol se asoma por tu risa,
como si en ti encontrara su razón,
el aire, al pasar deja una brisa
que lleva tu olor en mi corazón.
El ruido blanco de las calmadas olas
con tu suave caricia que rodea mi cuerpo
hacen que pasen las horas,
y en tu abrazo eterno por fin me contemplo.
Lo único que quiero es que estés aquí,
quiero que te veas como yo te veo,
aún recuerdo el día que te conocí,
aunque solo de lejos te deseo.
Y así, como un testigo,
jura en silencio seguirte amando
pues cada amanecer, si estoy contigo,
sueño junto a ti seguir despertando.
La oscuridad de la noche ya se ha ido,
y contigo también mi soledad,
porque el amor que en mí has encendido
brilla más que el sol en su claridad.