Los Ángeles Caídos

Camila Betancur 9B

Los niños de la calle no necesitan lástima; necesitan amor, comprensión y una oportunidad para demostrar que pueden salir adelante.  

Hay personas que dicen que los ángeles no existen, pero otros dicen que, aunque no los vean, creen que están presentes. Sabiendo esto, hay personas que son ángeles, aunque no lo sepan, pero no explícitamente, sino simbólicamente. Esto se puede ver reflejado en la amistad, uno puede ser el sostén del otro, el que le salvó la vida, sin que uno lo sepa. Los amigos pueden ser muy importantes para las personas, son un apoyo y más cuando nos sentimos solos.  

La vida, a veces, nos presenta momentos tan difíciles que cuesta creer que sean reales. Niños que, en lugar de jugar y soñar, se ven obligados a luchar por sobrevivir en las calles, por abandono, expuestos a peligros. Es una realidad que nos duele, que impacta y que, sin embargo, está en las sombras.   

La verdad es que, en varias partes del mundo se puede encontrar la explotación de niños; en plazas, semáforos y buses, vendiendo dulces sin adultos presentes, intentando obtener ganancias. Teniendo en cuenta que pese a que hay adultos que sepan las necesidades de los niños no son empáticos.   

Los niños sufren mucho en estos casos. No saben qué significa ser un niño de verdad, que juega con sus juguetes, acompañado de amigos. Ellos piensan que la vida es solo vender, cuando no es así. Piensan que hacer negocios es el único significado al estar presente en este plano, afectando también la parte psicológica y mental.  

Del lado mental, al trabajar, los menores de edad en situación de vulnerabilidad, como la pobreza, pueden obtener estrés y ansiedad; por la incertidumbre del futuro y la constancia de intentar vivir en condiciones más desesperadas, también la depresión, por el sentimiento de soledad y el alejamiento a los niños de sus mismas edades.  

El tráfico de menores también está al acecho, uno de los mayores peligros a los que se enfrentan los niños.  

Acá en Latinoamérica, cada año aparecen más casos de niños desaparecidos, y al final las familias se encuentran con la dura realidad de que su hijo fue secuestrado por un intercambio de dinero. Es una realidad y hay que enfrentarla, en este caso los de más riesgo son los niños de la calle, los que venden siendo esclavizados por adultos que lo único que buscan es obtener dinero,  tomando en cuenta esto, los traficantes negocian con esas personas para intercambiar a los menores por el pago.   

Asia, África y América Latina son los continentes donde hay más tráfico. Es imposible dar un número exacto de cuántos menores son secuestrados para explotarlos laboral o sexualmente.  

De tantos libros en la historia sobre la trata de menores, la explotación y el trabajo infantil en las calles, el de Edna Iturralde es uno que narra el relato de Jaime, un niño que escapó del campo a la ciudad sin dinero, y a través de la historia conoce a “La Flaca”, una niña, que vende para la “Tía Meche”, una señora con un sueño, cuidar a los niños de las calles, pero a la vez los explota haciéndolos trabajar para ella.  

Jaime al ser nuevo en la ciudad encuentra a La Flaca, y se hacen compañía mutuamente sin saber que cada uno se necesita en esta historia.  

“Lágrimas de ángeles” de Edna Iturralde nos hace pensar en la realidad de las personas sin hogar, donde la inocencia se ve afectada por la necesidad y la esperanza se pierde a lo largo del tiempo. A través de este libro, nos damos cuenta de la lucha diaria de niños que, como Jaime, abandonan su hogar para enfrentarse a una ciudad egocéntrica y desconocida.  

Iturralde nos obliga mirar nuestro alrededor y cuestionarnos qué haríamos nosotros en el lugar de Jaime. ¿Seríamos capaces de soportar tanta dureza? Las preguntas que nos hace el libro son diferentes a lo que nos hacemos usualmente, pero necesarias para que nuestra conciencia entienda las situaciones fuera de nuestra burbuja.  

La relación entre la realidad y la ficción de “Lágrimas de ángeles” es tan unida que es difícil distinguir una de otra. Al leer las historias de cada niño, no podemos dejar de sentir empatía e inmensa tristeza.  

Este libro logra transmitirnos la crudeza de la vida en la calle sin caer en las emociones tan fácilmente. La soledad, el hambre, la violencia y la explotación son solo algunas de las dificultades a las que se enfrentan estos niños, quienes, a pesar de todo, mantienen su fe para amar y para soñar.  

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