Natasha Hernández

Hace poco, no sé muy bien que estaba pasando conmigo, pero me quedé horas viendo el espejo y no sé porque era como si algo realmente me atrajera, pero era realmente aburrido, no sé cuánto tiempo pasó pero…empecé a ver sombras y estaba muerta del miedo, pero no me podía mover, comencé a llorar estaba ¡Aterrada!, de la nada todas las sombras desaparecieron, solo quedaba una negra, alta, de brazos largos y solo tenía y solo tenía ojos en su cara, sus ojos eran completamente blancos, me estaba dando un ataque de pánico, no podía parar de llorar y…cerré los ojos, luego los abrí; todo era paz y calma. Tenía tantos problemas, pero simplemente no podía pensar en ellos. No sentía que era yo, una chica de 17 años empezando la universidad, estudiando derecho con ansiedad y depresión. Ma mamá murió hace poco de cáncer, es un duelo difícil, vivo, pero solo tengo demasiadas responsabilidades, sobre pienso mucho todo y ya no sentía nada, se sentía genial ya no sufrir y me die cuenta de algo… ¡Había atravesado el espejo! Y sentí unos pasos atrás de mí y… sentí unos pasos atrás de mí, ¡Era mi mamá! La abracé lo más fuerte que pude y me dijo – Eres muy valiente mi niña, te amo mucho, te extraño. Le respondí que yo también. Las lágrimas corrían por mi rostro y desperté, estaba en el mismo lugar de antes; con esa sombra negra atrás acercándose y me di cuenta que nunca atravesé el espejo y que nunca vi a mi mamá…todo fue mi imaginación, de repente escuché la voz de la sombra. ¿Estás lista pata venir conmigo?, respondí con un NO, te amo y desde arriba me cuidas, no solo estás en el cielo, sino en mi corazón. La chica pudo salir adelante y sabiendo que su mamá la ama. A veces le gustaría ir a ese lugar donde ya no se sufre, pero luego recapacita y piensa: “cada persona tiene un impacto en el mundo y tal vez no saben que hay personas que las aman y no están solos. Deja que el tiempo te sorprenda, porque traerá cosas buenas, y qué sepas que el amor de tu familia es para siempre”.