Isabella Prieto 8ºA
Esta fue una época en Japón, entre el año 1603 y 1868, que haría una división en la historia del país.
Todo empezó cuando Tokugawa Leyasu inició su gobierno oficialmente. Él era comandante del ejército (‘shogun’) y gobernaba en nombre del emperador. Empezó siendo un soberano feudal con poder, tenía gran parte del territorio japonés a su mando, pero no le parecía lo suficiente, por lo que, en el año 1600, empezó la Batalla de Sekigahara para pelear con los ‘daimyo’ (samuráis que controlaban una gran cantidad de tierras) por las tierras del oeste de Japón. Los dos ejércitos más poderosos del país se enfrentaron. Finalmente, Leyasu ganó esta batalla, y, por consiguiente, las tierras del oeste, siendo así, dueño de casi todo Japón. Sin embargo, los ‘daimyo del oeste siguieron dando batalla hasta el año 1615, pero su fortaleza en Osaka fue destruida por los Tokugawa.
Los Tokugawa tenían mucho poder, no solo sobre las tierras, también sobre el emperador, las cortes, los ‘daimyo’ y las religiones. Japón tenía dos figuras autoritarias: el emperador y el ‘shogun’ (quien ejercía el mandato). El emperador participaba en decisiones políticas y/o tenía el último voto en controversias. Debajo del ‘shogun’ estaban los ‘daimyo’, quienes, en su mayoría, eran simpatizantes de su gobierno.
Leyasu empezó imponiendo leyes sobres los ‘daimyo’, abordó temas como el matrimonio, cómo debían vestirse, regulaba el número de tropas que cada uno podía tener, los dejaba tener solo un castillo para cada uno, les comenzó a cobrar aportaciones para proyectos públicos, impuestos. Se alentó al comercio exterior con China y Europa. Empezó la construcción de barcos trasatlánticos. Se impuso una Embajada Japonesa en América y Europa.
En el año 1636, decidieron aislar a Japón del mundo exterior por temas de religión y política (gobierno ‘sakoku’); cerraron las fronteras de los archipiélagos, cerraron el comercio exterior, expulsaron a los extranjeros y mestizos, les prohibieron a los japoneses viajar, y si lo hacían, no los recibían de vuelta en el país. Antes de que hubieran cerrado el país, jesuitas, españoles y portugueses hicieron viajes de peregrinación a Japón, primero se lo tomaron bien, pero después empezaron una cruzada contra todo aquel que predicara la palabra de Dios. El poder del cristianismo representaba un alto riesgo de poder contra el ‘shogun’. Un selecto grupo de holandeses, alemanes, franceses, ingleses y americanos que se afincaron en ciudades meridionales como Nagasaki y Dejima, podían comerciar y aportarles conocimientos de ciencia, medicina y construcción.
El período Edo también marcó el fin de los samuráis (gente que protegía a los miembros de alto rango de la corte imperial). Les retiraron sus tierras, pero les permitieron dejar sus armas para volverse campesinos o sirvientes y defensores de algún feudo.
El cristianismo fue prohibido en esa época. Tiraron abajo todos los templos cristianos, se prohibió la predicación y se ejecutaron los conversos y misioneros. Obligaron a la gente a registrarse en templos budistas. Construyeron templos tradicionales budistas, de ahí salieron tradiciones y festividades, que hacen parte de su identidad nipona hoy en día. En 1637, hubo la Rebelión de Shimambara, un grupo de samuráis y campesinos católicos se alzaron contra el gobierno.
Al estar encerrados tanto tiempo, adaptaron nuevas formas de pasar el rato. Una de estas tantas cosas que usaron, fue el arte en general. El teatro ‘kabuki’, las ceremonias de té, las historias y leyendas populares de las ‘geishas’, el teatro ‘noh’, la fabricación de máscaras tradicionales japonesas, las artes marciales… Abrieron escuelas donde le enseñaban a los hijos de samuráis sobre la historia de Japón. También, abrieron escuelas para familias de campesinos, aquí les enseñaban sobre matemáticas, ciencias, historia, y el idioma autóctono. El período Edo expandió las raíces de los japoneses y mantuvo su cultura.
Japón volvió a abrir sus puertas en 1854, el país tuvo que entrar en un proceso de occidentalización. Finalmente, el último ‘shogun’, Tokugawa Yoshinobu, restauró el gobierno imperial (Restauración Meiji) en 1868.