Lucas Rojas Posada 9AM
Todo estaba listo para la redada de esa noche.
Tras mi orden, todos los policías nos adentramos en la casa, derribamos la puerta y buscamos por todo el lugar. Ubicamos una habitación que parecía ser solitaria, y tras ingresar en ella localizamos nuestro objetivo, quién se sobresaltó y tomó un arma que tenía cerca, sin dudarlo disparó impactando a uno de mis compañeros quién se derrumbó al instante. En medio de la confusión el objetivo intentó escapar, dudé en apuntarle con mi arma, pero cuando Glitch se detuvo y me miró fijamente, levanté mi brazo y apreté el gatillo…
Han transcurrido tres meses y aún me acecha ese recuerdo, sobre todo en las noches dónde parece que estoy solo en mi celda.
― ¿Otra vez la pesadilla? – preguntó Leo fríamente.
― Sí – Acepté.
― ¿De verdad te afecta tanto? – preguntó Leo con indiferencia.
― Tú no sabes lo que pasó – Dije muy débilmente.
Leo se dio la vuelta y no volvió a decirme nada durante toda la noche.
― Levántate – Dijo Leo.
Yo, que ya estaba levantado le hice una seña como saludo y me aferré a los garrotes de la celda.
― ¿Por qué estás en la cárcel, policía? – preguntó Leo con picardía.
― No te importa – Intervine
― Todas las noches hablas al dormir, como rogando – dijo Leo.
― Como rogando para que te calles – Dije irritado.
― ¡Tranquilo policía! – dijo Leo, que se parecía estar divirtiendo.
Me di una media vuelta y pensé en aquella noche, recordé ese momento que desearía no hubiera ocurrido jamás, y al recobrar el aliento dije – Y tú, ¿por qué estás en la cárcel? –
― Mi hermano – dijo Leo con dificultad, – lo asesinaron –
― Busqué al asesino de Luke por mucho tiempo, pero nunca logré unir las piezas; finalmente terminé aquí por buscar venganza – Terminó Leo.
Me quedé sin aliento – que mal – logré decir.
― Sigo buscando al asesino – Dijo Leo con los ojos deslumbrando odio.
― ¿Y cómo era Luke? – dije con curiosidad.
― Era una gran persona, no te imaginas – dijo Leo, y por primera vez desde que lo conocí, lo ví sollozando.
Yo, impactado por la repentina sinceridad y afabilidad de Leo me senté a su lado, y por primera vez lo ví sin esa ráfaga de odio que desprendía de sus ojos, sin ese rencor que parecía que cargaba a diario, y lo ví tal como un cachorro que lo desprendieron de su madre.
― Lo siento mucho – Dije sinceramente.
― Gracias – Logró decir Leo.
― Señor Leo, le ha llegado esta carta – Dijo un guarda que venía en nuestra dirección.
Yo, asombrado me senté a observar cómo Leo leía la carta.
― ¿Quién te escribió? – Pregunté con curiosidad.
― Luke, sigue vivo – Dijo débilmente Leo.
― ¿Luke? – Pregunté ahora más interesado.
― Dice que me ha estado buscando por mucho tiempo, ¡Al fin podremos salir! – Dijo Leo.
― ¿Cómo? – Dije boquiabierto.
― Dice que tenemos nos la debemos arreglar para salir a medianoche de la celda, luego él nos ayudará – Dijo Leo absorto de la alegría.
― Manos a la obra – Dije desafiante.
Juntos empezamos a pensar en un plan, dando ideas y descartando las que no servían.
― ¡Listo – Dijo Leo cansado – ¡Estamos listos!
Cuando dieron las 12 nos pusimos a trabajar, con la llave que nos ingeniamos abrimos el candado y nos escapamos por un conducto de ventilación; más tarde, cuando llegamos al final del conducto nos encontramos con un hombre escuálido, no muy alto, y encapuchado.
― ¿Quién es este? – Dijo Luke.
― Mi amigo, saldremos juntos – Dijo Leo.
― No podemos salir con él – Dijo fríamente Luke.
― ¿Por qué? – Preguntó desafiante Leo.
― Yo te conozco – Dijo Luke, y al quitarse la capucha yo también lo reconocí; Me golpeó el recuerdo que tanto me atormentaba y me quedé pasmado.
― Hola, policía – Dijo, quien yo ya conocía; Glitch.
― Espera un momento; ¿Ustedes ya se conocían? – Preguntó Leo.
― Sí, tu amigo policía me intento matar – Dijo Luke.
― Créeme que es de lo que más me arrepiento en mi vida – Dije casi rogando.
― No podemos salir sin él – Dijo Leo.
― No es tiempo para discusiones, hermano – Dijo Luke furibundo.
A lo lejos se empezaron a escuchar sirenas y pasos acercándose.
― Tenemos que salir ya, Leo, pero antes déjame terminar con este policía – Dijo Luke furioso, y levantó un arma que tenía en su bolsillo.
No veía, ni escuchaba nada, solo esperaba no ser víctima de tal manera; solo recuerdo a Leo abalanzándose a Luke y echarlo al suelo.
― ¡CORRE! – Dijo Leo reventado.
Salimos corriendo lo más rápido que pudimos hasta la salida trasera de la prisión, dónde guardas nos estaban esperando, Leo y yo nos liamos cada uno con un guarda y cuando por fin los vencimos, llegaron más. Vi cómo se abalanzaron sobre Leo y lo atacaron de todas las direcciones, y vi otra horda de guardas dirigiéndose hacia mí.
― ¡SAL! ¡AHORA! – Gritó Leo.
― ¡No te voy a dejar acá! – Le dije con lágrimas en los ojos.
― ¡CORRE! ¡NO HAY MÁS TIEMPO! – Gritó mientras lo atacaban.
Yo, sin pensarlo más, corrí a la salida y me alejé de la prisión hasta que las piernas no me funcionaran más, luego me derrumbé en el suelo y estallé en un mar de lágrimas.