El Valle de las sonrisas

Juanita Yarce Peña y Gabriela Izquierdo Plata

Una familia salva a una cría de zorro que confundió a su perro con su madre

Hace mucho tiempo, en un valle, vivía un pequeño zorro llamado Max. Con tan solo cuatro meses, lo habían abandonado a su suerte. Max estaba luchando por sobrevivir hasta que un día llegó un puma llamado Rayo, de dos años y le preguntó a Max: “¿Qué haces aquí tan pequeño y tan solo?”. Max le respondió: “Es que mi madre me ha abandonado”. Rayo le preguntó cómo se llamaba, y el pequeño zorro contestó: “Mi nombre es Max”. 

Rayo no quería que Max se quedara solo en ese lugar, especialmente sabiendo que estaban en el Valle de las Tristezas. Así que Rayo le propuso: “Max, ¿te gustaría venir conmigo al Valle de las Sonrisas? Allá no se pasa ninguna tristeza”. Max, emocionado, le dijo: “¡Claro que sí! me encantaría… pero hay un problema”. Rayo le preguntó cuál era, y Max le explicó: “Es que no he comido en días”. Rayo le respondió, “eso no es problema, yo te conseguiré algo de comida y agua. El verdadero desafío será llegar al Valle de las Sonrisas. ¿Estás listo para la aventura?”. Max le dijo, sí, estoy listo. 

Rayo se dedicó de inmediato a buscar comida para Max. Cuando regresó, Max devoró rápidamente lo que le trajo, y después de comer, comenzaron su aventura. Para llegar al Valle de las Sonrisas, primero tendrían que cruzar un caudaloso río, después subir una montaña muy inclinada, y finalmente pasar por el Valle de los Caballos. 

Lograron atravesar el río nadando con mucha fuerza, y descubrieron que ambos eran excelentes nadadores. Al llegar a la montaña, hicieron un descanso para beber agua y comer fruta. Tras media hora, continuaron su camino, después de una hora de escalar, llegaron a la cima de la montaña, desde donde vieron el Valle de los Caballos, que les impactó por sus hermosos tonos verdes y amarillos. 

Al llegar al Valle de los Caballos, se les ocurrió que, si domaban un caballo, podrían llegar más rápido a su destino. Max tomó la iniciativa y domó a uno de los caballos con gran facilidad, el recorrido fue muy agradable; cantaron, rieron y contaron cuentos. 

Al llegar al Valle de las Sonrisas los recibieron con una sonrisa gigantesca en su cara, y después Max y Rayo se reunieron con todo el pueblo a contar todas sus aventuras y vivieron felices para siempre.  
Fin. 

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