Vicente Tobón 9AM
La brisa del mar, suave y fresca,
acaricia mi piel con ternura,
un beso salado que me envuelve
y me transporta a otra dimensión.
Las olas chocan con las rocas,
como un corazón que late con fuerza,
y en su vaivén me arrullan
en un ritmo de paz y belleza.
Las gaviotas vuelan libres y altas,
con sus alas blancas como el cielo,
y su graznido es una sinfonía,
que llena de música el aire en pleno.
La arena dorada se extiende,
un camino de oro que brilla,
y el sol que se asoma en el horizonte,
es un fuego vivo que me hipnotiza.
La brisa del mar es un susurro,
una caricia suave y eterna,
un regalo que me ofrece la naturaleza,
y que acoge mi alma con dulzura.
En la playa siento la vida,
en cada grano de arena y cada ola,
y sé que la brisa del mar me acompaña,
en un baile de amor que nunca acaba.
La brisa del mar, suave y fresca,
llega hasta mí con su aroma a sal,
acariciando mi rostro con ternura
haciendo vibrar mi alma en su paz.
Las olas se acercan y se alejan,
mientras el sol se oculta en el horizonte
y la brisa me lleva hacia lugares donde el tiempo parece detenerse.