Luciana Pizarro
Luna, era una niña de ocho años, la cual tenía una gran imaginación. Cada navidad lo que más deseaba era conocer al verdadero Santa Claus y ayudarlo a repartir los regalos. Una noche muy fría caía nieve sobre su ventana, Luna se acurrucó en su cama, mirando fijamente hacia el techo. De repente sintió cosquillas en sus pies, su cama comenzó a levantarse lentamente.
Luna se encontraba flotando por la ventana, hacía frío y a lo lejos pudo ver un trineo que se acercaba rápidamente, este se detuvo frente a su ventana. Luna subió al trineo y se encontró frente a Santa Claus en persona, era más maravilloso de lo que había imaginado. Tenía una barba blanca y esponjosa, ojos tiernos y una sonrisa que iluminaba todo su rostro. Junto a Santa se encontraban los elfos (pequeñas criaturas con orejas puntiagudas y ropa de colores brillantes) eran ellos los que trabajaban intensamente para repartir los regalos.
El trineo despegó y empezó a volar por encima de las nubes. Luna observaba todas las casas por dónde pasaban a entregar los regalos, su trabajo era asegurarse de que todos los niños recibieran su regalo, ya que cada uno tenía uno especial. Como agradecimiento Santa le regaló a Luna una pequeña estrella de cristal que brillaba con la luz de la navidad.
Al despertar en su cama, Luna se dio cuenta de que todo había sido un sueño. Estando muy emocionada bajó rápidamente a buscar sus regalos y para su sorpresa descubre que en su calcetín se encuentra una linda estrella.
A partir de ese día, Luna supo que la navidad era mucho más que regalos. Era una época de magia, compartir, y creer en los sueños, y aunque nunca volvió a volar en el trineo de Santa, Luna guardó ese recuerdo en el corazón.