Camila Salinas
Viven allí mi amor, alegría, mil llantos.
Pero igualmente, mi consciencia reina entre aquel pueblo lejano,
yacen el rey y la reina como somnolientas aves,
liderando ambos bandos con la razón y un sentimiento vano.
Se hospeda en un hostal la dulce inocencia
que perdida entre el creativo mundo de la niñez,
añora encontrar una salida de su dolencia.
igualmente, rentaba la lógica un apartamento
quejándose una y otra vez sobre su rendimiento
“Trabajo día y noche sin descanso alguno,
Como el cerebro de un cuerpo moribundo.” Decía él en sus lamentos.
Allí las estaciones cambian sin avisar
felicidad, enojo y dicha se anunciaban al llegar.
Pero como controlarlas, pero como apreciarlas,
¿Pero cómo las puedo diferenciar?
Se preguntaban allí en aquel pueblo aislado,
donde no caía lluvia, sino tormentas a diario,
donde la emoción y la razón tienen lugar
Y aquel bello cerebro acoge como hogar.