Manuela Sánchez Salazar
Clavent era una persona muy curiosa, le encantaban las aventuras, especialmente lo que tenía que ver con ir a investigar las profundidades marinas. El 9 de noviembre de 1843 Clarent, decidió explorar aquellos arrecifes del mar Atlántico, estaba muy emocionado, ya que iba a ir solo, así que podía investigar todo mas a fondo sin interrupciones, pero lo que el no sabía es que todo iba a cambiar.
Cuando clarent estaba buceando muy adentrado en las profundidades marinas, asombrado por todo lo que veía, no se dio cuenta de la hora y de repente ya era muy tarde, la corriente lo había llevado tan lejos que ya no veía la orilla, hasta que una fuerte tormenta comenzó, y entre tantas nubes y oscuridad, siguió nadando para ver si encontraba alguna ayuda, pero fue un fracaso. Después de muchas horas, con frío, hambre, sed y mucho miedo, entre nubes vio a lo lejos una isla, Clarent se llenó de esperanza y nadó lo más rápido posible, al llegar estaba tan cansado que se durmió en medio de la lluvia bajo una palmera.
Al amanecer, Clarent despertó muy hambriento, así que intentó pescar algo, pero no consiguió nada, también tenía tanta sed que tomó agua del mar, lo cual lo llevó a que se deshidratara.
Pasaron varios días, y cada vez tenía menos esperanza de volver a su hogar. Cómo estaba cansado y bastante triste, para tratar de despejarse la mente, fue a investigar la isla aunque no tuviera nada de energía.
Lo que encontró fue sorprendente, una cueva con infinidad de joyas, dinero, oro y más, con mensajes de miles de años atrás escritos en las paredes, Clarent estaba tan sorprendido que pensó en llevarse todo el tesoro al volver a casa, se llenó de esperanza.
Como ya habia anocheado y lo venció el cansancio decidió quedarse ahí en la cueva, sin saber quizas los peligros que encontraría, a la mañana siguiente cuando se despierta se da cuenta de una picadura en la pierna, se empieza a sentir mareado, con fiebre y pierde el conocimiento, lamentablemente para él fue una terrible experiencia que terminó ahí.
100 años después, en 1943 nace un niño llamado Billy Collins, vivía en una cabaña en un monte, aunque a él le encantaba el mar, tenía recuerdos de cosas que el no había hecho, como de una ciudad muy hermosa donde salía al mar a bucear con sus amigos, donde salía a caminar, una plaza con muchas tiendas, comidas que, el no había probado, a él le parecía extraño, solo como si él lo hubiera vivido, pero la realidad es que ha ido al mar dos veces, y no sabía nadar, se preguntaba si eran sueños, pero se acordaba de cosas a la perfección, que era imposible que fuera un sueño.
Un día decidió viajar a Brazil, Rio de Janeiro por sus vacaciones para conocer el mar Atlántico y una ciudad tan mágica como esta. Cuando llegó se dio cuenta de que mucho de lo que recordaba estaba ahí, todo se le hacia tan familiar, en especial la playa, tenía recuerdos de una isla, le preguntaba a las personas pero nadie parecía saber de esa isla. A cada lugar que iba más recuerdos tenía.
Una mañana despertó y decidió hacer una excursión en bote, él solo, fue recorriendo el mar y visitaba muchas islas, pero una isla en específico se le hacía muy familiar, decidió ir a visitarla.
Cuando llegó se puso a explorarla y se llevó una gran sorpresa, había una cueva y estaba abierta, él entró y lo que encontró lo dejó sin palabras, había un cuerpo muy antiguo, de repente conectó todo, se acordaba de toda su vida pasada, de como había muerto, de sus días en la isla, todas las imágenes en su mente que no le habían pasado a él en este cuerpo, pero si al de la isla, era la misma alma en busca de la isla para recordar su pasado.
Se quedó muy sorprendido, pero luego se dio cuenta que había un tesoro lleno de joyas, oro, dinero, y de mensajes escritos en las paredes de millones de años atrás. También recordaba eso, se puso muy feliz y decidió llevarse una parte, ya que era todo era muy pesado. Montó el tesoro al barco y se devolvió a la ciudad.
Cuando fue a mirar en mapas, se dio cuenta, de que la isla no estaba, no existía, era un misterio estancado en el tiempo.