María Antonia Sánchez
Aquella prueba de sabiduría
que en mí destina
es inmensamente una pesadilla.
Solo, como un desierto;
solo, como un niño sin su madre;
solo, como un amo sin su cuervo.
Mis lágrimas, provocadas por tu ausencia,
se asemejan con la inmensidad del océano,
provocándome internamente una tormenta.
Soy un triste y desierto anciano,
buscando la felicidad en lo inexistente,
buscando en vano el amor ya encontrado.
La vejez caminó por mi vida,
dejando en mis pasos el sentimiento de soledad
que pronto me acompañará a la última salida.
La razón por la que mi camino está completo
por la que estoy en donde me encuentro,
los pasos, las cadenas de mi cuento.
El silencio que conlleva tu ausencia
me perturba mi cabeza,
atormenta mi belleza.
¡Oh querida mía!
iluminas mis días, mis sonrisas, mis caricias,
aunque estés difunta,
aún escucho tus risas.