George Orwell solía decir que “si la libertad significa algo, será sobre todo el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír” o leer, en este caso, porque de este tema deriva este corto escrito, de cómo se conjugan la libertad y el periodismo, porque ambas deben ser inherentes una a la otra, como se puede convertir en un arma de doble filo que violente a la sociedad o que sea un instrumento liberalizador.
Para hablar de este tema creo que es propicio mencionar un escolio que resuena en la mente cada vez que se habla de libertad de prensa, que enuncia lo siguiente: dime a quién no puedes criticar y te diré de quién eres esclavo. Esto aplica no solo en el ámbito político, aplica también en todo lugar donde exista una relación coercitiva y hegemónica, en instituciones religiosas, económicas, estatales, corporativas o hasta en el mismo colegio. Cuando se nos cohíbe criticar un tema “prohibido”, escribir acerca de determinada cuestión, nos convertimos en esclavos de esa persona o tema, no existe una verdadera libertad, y no solo afecta a quien se le haya negado esa libertad, sino que afecta a las personas que no pudieron recibir esa información, analizarla, pensarla, estar a favor o en contra, esas personas que no tuvieron la oportunidad de quitarse ese antifaz de ignorancia que todos tenemos respecto a ciertos asuntos. La verdadera magnitud de esta problemática es que la sufren tres cuartos de la población de la tierra que no tienen la solución de la que mucho se habla, pero solo sirve para dar cátedra, la libertad de opinión, pensamiento y prensa, que son palabras floridas en mitad de una pizarra o en las primeras páginas de un libro llamado constitución, que únicamente sirven para eso; para dar cátedra.
Otro asunto que repercute en el periodismo y la libertad es que en repetidas ocasiones el periodismo se postra ante los poderosos y oligarcas, y… ¿por qué? se preguntarán, pues porque muchas veces aquellos que manejan grandes grupos empresariales o financieros tiene su propio medio de comunicación, y los periodistas pueden criticar todo lo que deseen excepto a los poderosos y a sus intereses. Este efecto produce que el periodismo informativo, o el de opinión se transforme, se ‘monstruosifica’ no en un instrumento de los pueblos de ir hacia la tan anhelada libertad, sino un arma de manipulación mediática, de propaganda periodística de aquellos que tienen poder tanto político como económico. Y estos tentáculos, este poder que tienen las grandes corporaciones inducen a un hecho aún más reprochable que el periodismo propagandístico; la autocensura. Ésta se da o porque el trabajo del periodista es despreciado en repetidas ocasiones, y no porque el escrito sea incompetente, sino por las temáticas que se abordan, porque estas no van “acorde a la línea editorial del medio” y por lo tanto quedan silenciados con un ignorante veto. También se da porque ven lo que les ocurre a sus homólogos, a sus otros compañeros periodistas cuando escriben de alguno de los temas “prohibidos” y por miedo a la indolente censura, mimetizan el trabajo de los periodistas alineados a los intereses de los oligarcas, escribiendo lo que a estos oligarcas le parece “apropiado”.
Retomando un punto de arriba, la censura es doblemente enemiga de la libertad por el hecho de que no solo se violenta a aquel a quien no se le permitió expresarse, sino que también les arrebata a los lectores la oportunidad de leer y pensar, cuestionar lo establecido. Se le da libertad intelectual a la población porque carecen de intelecto, ¿para qué entonces la libertad de prensa en un país donde falta la razón? Pues para que en el país exista otra de las tantas fachadas que hay en casi todo, para que se crea que existe algo que en realidad es una ilusión, porque donde se censura existe la ignorancia, que no es no pensar en nada, sino pensar en algo erróneo, además de ser una población ingenua y fácil de manipular, donde se hablan fantasías y maravillas de un país desastroso, donde el periodismo no censurado escribe sobre Colombia como si fuera un idílico Realismo Mágico de una novela de García Márquez. Creando así un ciclo de perpetua ignorancia, se censura el periodismo incisivo y visceral, de tal forma que la población no se pueda informar creando una población ignorante e ingenua que cae en las trampas del periodismo propagandístico o mentiroso que retrata panoramas de un mundo idílico y maravilloso, de fantasías que no existen. Finalmente excluyen a los periodistas más sensatos y reflexivos, o porque ya no son económicamente viables para medios de información sujetos a las decisiones políticas de algún grupo empresarial o porque incomodan a los intereses de algunas personas lo suficientemente poderosas e influenciables de tal forma que ejercen presión para que este periodista no atente contra los intereses de éste y tanto la libertad como la verdad quedan censuradas, casi satanizadas.
Para finalizar este pequeño escrito pienso que esa debería ser una de las principales características del periodismo, del verdadero periodismo independiente, irritar al estatus quo e incomodar al lector, porque creo fehacientemente que el trabajo de un periodista no termina en el punto final de su escrito sino en ir más allá, en hacer reflexionar a sus lectores, en hacerlos pensar, en hacerlos querer mejorar su condición y la de su país.
11ºB Miguel Melo Ortíz