Sara Sofía Castañeda Ávila
Razones por las cuales el amor es considerado biológica y químicamente una droga.
En el círculo de las emociones, el amor se destaca como una fuerza poderosa, más allá de su naturaleza romántica y poética, este tiene raíces profundas en la bioquímica del cuerpo humano, debido a que influye en procesos en los que sustancias como neurotransmisores neuromoduladores, hormonas interactúan con el sistema nervioso, desencadenando reacciones químicas específicas al explorar las fases del enamoramiento, desde la atracción inicial hasta la formación de vínculos profundos, tales como: la activación de sistemas de recompensa, dependencia emocional y alteraciones en la percepción, igualando efectos de las drogas.
Un neurotransmisor importante que inicia las chispas del amor es la dopamina, al igual que muchas drogas, crea una sensación de euforia y placer al activar los centros de recompensa del cerebro. Cuando nos enamoramos, la liberación de esta misma alcanza niveles máximos especialmente durante las fases iniciales, este deseo de recompensa se puede comparar con la respuesta neuroquímica al consumo de sustancias adictivas, debido a que la atención jugaría el papel de recompensa. La dopamina en compañía de otros transmisores, como la serotonina, funcionan como motores en la formación y mantenimiento de relaciones personales.
La serotonina está vinculada con la regulación del estado de ánimo, la ansiedad, el apetito y el sueño. De acuerdo con Cheryl Eneyda Jiménez, neuróloga de la clínica Universidad de la Sabana, en las etapas iniciales del enamoramiento se ha observado una disminución de los niveles de serotonina, este descenso puede inferir en los sentimientos de obsesión, creando la sensación de “maripositas en el estómago”. Otros estudios han comparado los sentimientos de obsesión con efectos de drogas alucinógenas, donde la alteración de la sustancia se relaciona con experiencias intensificadas de emociones y percepciones, estas pueden nivelarse con la oxitocina.
Por consiguiente, la oxitocina se libera durante el contacto físico, como los abrazos, besos y caricias, de esta manera fortaleciendo los lazos emocionales, esta hormona aparte de relacionarse con el amor romántico, también se asocia con la conexión maternal y paternal. La capacidad de esta para mejorar la empatía y la confianza desempeña un papel importante en la formación de relaciones saludables y fortaleciendo la afinidad, en compañía de la vasopresina estas dos hormonas trabajan en conjunto para establecer vínculos duraderos, fieles y estables, promoviendo en estas relaciones la lealtad, la unión, el compromiso, de manera similar a como las drogas estabilizan el ánimo de las personas.
Sin embargo, no se puede minimizar o dejar a un lado la riqueza del amor y la complejidad de las relaciones humanas. Además de haber influencias y reacciones completamente bioquímicas, el amor de igual manera conlleva factores cruciales como lo son la comunicación, la compatibilidad emocional, la voluntad y la evolución de este mismo, aspectos que salen del englobe científico. La influencia de las drogas actúa de manera unilateral, no obstante, se evidencia la reciprocidad, un proceso bilateral existe durante la explosión de emociones y sentimientos.
Para concluir, la bioquímica del amor revela impresionantes similitudes con el funcionamiento en el cerebro de las drogas. La dopamina, serotonina, oxitocina y vasopresina trabajan de manera coordinada para generar y mantener la experiencia del amor, según el centro de neuroética de la Universidad de Oxford tanto las drogas como el amor provocan el círculo vicioso de euforia, deseo, dependencia y acogimiento, por lo cual científicamente podemos decir que el amor imita la acción y ejecución de las drogas en el cerebro volviéndose “la píldora del amor”.