Creer Para Existir

Catalina Londoño 10°

Si llegara el día en el que te preguntaran que es una cosa que tiene tu realidad actual en común con las primeras sociedades de la historia humana, ¿Qué responderías?   

¿La vestimenta, formas de comunicación, tal vez las necesidades corpóreas? Para mí es la religión, esa necesidad incesante de creer en un ser superior, en una causa mayor a lo que sucede en nuestras vidas. El detrás de cámaras que impulsa la razón de ser de cada quien en la vida. Porque sin importar cual sea tu religión, en que año hayas vivido, que decidiste creer, siempre está ese factor común, un punto que no cambia. En algo tuviste que creer.   

Para poder entender la importancia de una religión en la sociedad debemos primero intentar comprender que es una religión. Por definición una religión es “Un conjunto de creencias religiosas, de normas de comportamiento y de ceremonias de oración o sacrificio que son propias de un determinado grupo humano y con las que el hombre reconoce una relación con la divinidad (un dios o varios dioses).”  

Esta definición es muy amplia, nos da a entender que cualquier relación con la divinidad puede ser una religión, cualquier creencia en un ser superior podría ser considerada religión. Y no tenemos que hacer más que dar un vistazo al pasado para ver lo cierto que esto es… Hoy en día las religiones tienen más fundamento, o al menos tanto fundamento como algo prácticamente intangible puede tener, pero en las sociedades pasadas no era así. 

Nuestros predecesores no buscaban algo en que creer, ni como darle sentido a su realidad, no de la misma manera en la que creían por la necesidad de darle un significado a la vida que vivían. Una razón que pudiese explicar cómo pasaba lo que pasaba, una fuerza mayor.  

A medida que han pasado los tiempos los dioses han evolucionado junto a los humanos, en un principio se creía en todo lo que se pudiera ver o suceder, en el sol, la luna, la posibilidad de la lluvia, el maíz, el agua. En un principio se creía en todos los elementos que formaban la realidad, se rezaba al sol para asegurar un día más bajo la luz, se hacían sacrificios para asegurar el éxito de los sembrados, se daba valor a las cosas más sencillas y todo con la esperanza de que hay algo más allá de esta vida.  

Y es exactamente ahí que radica la importancia de creer, sin importar en que sea porque nosotros como individuos no podemos darle sentido a la vida sin la ayuda de una creencia que nos de la noción de utilidad o razón. Como humanos necesitamos algo que nos impulse a vivir. Consecuentemente a esto es que digo que las religiones nunca dejarán de existir. Me atrevería incluso a afirmar que el día en que no haya nadie que crea será el día en que se acabe el mundo que conocemos. 

En conclusión, digo que en la sociedad en que vivimos muchas veces dejamos de lado la religión, incluso es ridiculizada en ciertas ocasiones y muchas veces creemos que no es importante. Pero… ¿ves lo que acabo de decir? Creemos. Por más que no queramos siempre estamos creyendo en algo. Cuando confías en que el reloj marca la hora correcta, cuando caminas y confías en que tu cuerpo te llevara a donde quieres ir, cuando piensas algo con tanta fuerza que ya no solo es un pensamiento, es una creencia. No nos damos cuenta, pero creer es parte de lo que nos hace humanos, creer es tan fundamental como la acción de crear. Hay que creer para crear, creer para hablar, creer para existir. 

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