Salma Camargo 10ºC
Todo pensamiento es arisco cuando es tocado por manos petulantes. El sentir que la vida se te va, y el sentimiento aquel de que la sorpresa se ha ido de tu cuerpo, la monotonía toma las riendas de la vida, de aquel impostor sensato que se deja llevar en un mar de locas ideas, y necesita ser rescatado de aquella tormenta eléctrica, que nubla sus recuerdos para poder ser así acobijado con el jarifo deseo de seguir adelante.
Vacío y con un idílico futuro en mente, se cuestiona uno a sí mismo, disipando el ser capaz, a veces nos sentimos muy pequeños para los zapatos tan grandes que nos pone la vida, pero si la vida lo pone ahí, es porque tenemos la talla y una morigerada costumbre de sentirnos menos. Con el pasar del tiempo, estos pensamientos se apoderan más de nuestras decisiones y nos llevan a una terca carretera sin salida, en la que, encerrados y perdidos, vacilamos entre recuerdos, y la salida se encuentra tan cerca pero, en medio de una ignorancia casi absoluta, decidimos quedarnos bloqueados en este universo imaginario que tenemos en nuestras cabezas, perdiéndonos así de esas oportunidades que se nos presentan.
Un día por fin encontramos la salida, y todo se torna más claro, el camino parece dibujado con una fuerte tinta roja, y la luna tibia, en medio del cielo albino, nos acompaña, es allí cuando nos damos cuenta, que todo fue producto del ensordecedor silencio, y que era solo cuestión de auto permitirse salir de aquel lugar, y darse cuenta de todo lo que se puede hacer, cuando las manos petulantes aciertan.