Perdiendo el control

Anónimo

Simón era alguien muy autoexigente en lo que hacía, pero especialmente en su deporte, el paracaidismo. Es un deporte extremo el cual requiere mucha disciplina y dedicación. Simón entrenaba alrededor de 5 horas al día, pero cuando no le iba bien solía exasperarse, y dudar de sí mismo y de sus capacidades, siempre trataba de ser resiliente, aunque muchas veces era muy complicado esto debido a que su entrenador era muy disciplinado y esperaba mucho de él y de sus compañeros. Él tenía mucho tiempo libre, pero todo lo dedicaba entrenar, esto porque no tenía mucha vida social.  

Pero todo cambio cuando Simón cumplió 15 años, él vivía en Atenas-Grecia y su escuela no quedaba muy lejos de allí, pero aun, siendo así no tenía amigos, ni en su unidad, ni en la escuela. Nunca había tenido amigos, ni mucho menos él había asistido a una fiesta, pero el primer día de clase de décimo grado, lo invitaron a su primera fiesta, no estaba seguro de si quería ir, ya que no sabía cómo eran, pero al final decidió ir, pidió permiso a sus padres los cuales no dudaron en decirle que sí. 

Al parecer los de la fiesta no eran muy eruditos, pensó Simón, ya que en la fiesta había alcohol, drogas y varias sustancias que no reconocía y a su criterio, estaban aún muy pequeños para que se empezaran a involucrar en esas cosas, pero sin embargo esa fiesta fue su primer contacto con las drogas y el alcohol, ya que él las consumió y esto hizo que quedara en ridículo en frente de todos, Simón nunca supo el porqué, pero después de esta fiesta, fue invitado a muchas más, una tras otra, todos los fines de semana Simón asistía por lo menos a una y esto obviamente le afectaba  su rendimiento deportivo, su entrenador lo empezó a notar y lo puso a trabajar mucho más duro y más horas. Simón se empezó a cansar de la presión que sentía y él ya creía que no podía con eso, él empezó a buscar salidas y la solución que encontró no fue la mejor, pero el sintió que funcionaba, así que empezó a drogarse y llegó a tal punto en el que no podía dejarla, era como si se hubiera convertido en alguien que necesitaba más y más, en alguien insaciable. 

Al siguiente mes Simón tendría la competencia para la cual llevaba entrenando años, pero últimamente Simón entrenaba con desidia. Pero se dio cuenta de que drogarse solo para intentar salir del estrés que tenía no estaba bien y que necesitaba enfocarse en su deporte, así que empezó a usar las horas de las fiestas para entrenar y dar lo mejor de sí mismo, para que se pudiera convertir en alguien más disciplinado y que enfoca todas sus energías en lo que verdaderamente era una prioridad. 

Llegó el día de la competencia y lo hizo increíble, no solo ganó, también recibió un premio por su gran desempeño. Después de haber ganado lo empezaron a llamar para entrevistas, para asesorarlo y darle apoyo, esto le permitió darse cuenta de que no basta con querer algo, hay que luchar por ello, hay que esforzarse, las cosas no llegan solas como a muchos nos gustaría, pero cuando tenemos disciplina y sabemos repartir las prioridades todo sale mucho mejor.  

Simón se dio cuenta que estaba yendo por el camino equivocado y salió de ahí, decidió centrarse en lo importante y en lo que más disfrutaba hacer, y así deberíamos ser todos, muy resilientes y siempre luchar por lo que queremos. 

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