Romper el círculo

Elisa Albarracín Melo 11°

¿Sabían que la manera en que fuimos criados afecta significativamente la forma de relacionarnos con las demás personas y juega un papel fundamental en el desarrollo de la personalidad?  

Desde pequeños, más o menos hasta los siete años, cada uno de nosotros funciona como una grabadora, observando y almacenando información de nuestro entorno familiar, sin cuestionar algo en absoluto. Por ende, los comportamientos y reacciones de nuestros padres fueron moldeando nuestros pensamientos, creencias, autoconceptos y percepciones del mundo externo.  

Existe un criterio llamado “patrones familiares repetitivos”, el cual consiste en haber adquirido conductas y actitudes que percibimos en nuestro hogar de infantes. Como mencioné anteriormente, cuando estamos pequeños los tratos que recibimos y reacciones de nuestros progenitores los grabamos, y en consecuencia comenzamos a repetirlos y adecuarlos a lo habitual inconscientemente. 

Es tal cual, como una cadena, pues esto no ocurrió únicamente con nosotros, sino que ocurrió del mismo modo con nuestros papás y cada una de las generaciones pasadas. Sin importar si estos métodos de crianza han sido funcionales o no, primero, al ser heredados, es posiblemente la única estrategia que poseen para enseñar a los hijos. Debido a que, al estar acostumbrados a estos, no tienen suficiente consciencia de implementar diversas alternativas mucho más eficaces para mayor evolución y desenvolvimiento social en el futuro de sus hijos (es decir, nosotros).  

En segundo lugar, en el proceso de interiorización de estos patrones, las personas a la edad de los siete años no tienen un mecanismo de juicio ni análisis ampliamente madurado para determinar comportamientos o posturas correctas o incorrectas. 

Se preguntarán, ¿Esto cómo afecta mi personalidad, incluyendo temperamento y actitudes ante situaciones de la vida cotidiana? Se los explicaré con un ejemplo. Un niño al cual sus padres le dan sus necesidades básicas materiales, pero no emocionales, puede llegar a tener problemas de confianza, pero obtener una alta autoestima. (La buena autoestima se deriva de la autonomía que conllevan en sus vidas, sin embargo, tienden a tener una perspectiva negativa hacia los demás). Ya que, si este recibe indiferencia, burla, ausencia de protección e insensibilidad por parte de sus padres en el momento de pedir ayuda o situación de inconformidad, consecuentemente el pequeño aprenderá a rechazarlos y volverse independiente (al extremo: negativo). Esto es conocido como apego evitativo, dando así una inhabilidad de expresar sentimientos y emociones, basándose en el distanciamiento para evitar el rechazo (burlas e indiferencia). 

Más adelante, el niño crecerá y se convertirá en un adulto siendo vulnerable a diferentes eventualidades donde se le dificultará identificar que es lo que siente y comunicarlo, igualmente para comprender las emociones ajenas. Ahora bien, el apego evitativo tiene sus efectos en el desenvolvimiento de la persona, positivos y negativos. Por un lado, en el ámbito laboral, no suelen encontrar tantos obstáculos puesto que para ellos es de mayor facilidad priorizar lo racional sobre lo emocional. No obstante, en una relación de pareja será un factor causante de problemas para la comunicación y resolución de estos, además serán individuos con miedo al compromiso. 

Aún somos muy jóvenes y falta un buen tiempo para que tengamos hijos, pero si en su proyecto de vida están pensando en formar una familia, les invito a revaluar sus patrones familiares repetitivos. Nuestra generación puede ser compleja, empero hay algo que tengo muy claro y es que tenemos la mente mucho más abierta que nuestros antepasados, busquemos nuevas alternativas de crianza para próximas generaciones y poder crear líderes con buen desarrollo social afectivo, capacidad de resolución de conflictos e inteligencia emocional. Rompamos el círculo. 

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