Emiliana Díaz Parra 7°BF
Después de 20 años, Estados Unidos retiró sus tropas de Afganistán, lo que permitió que grupos terroristas como los Talibanes retomaran el poder.
Todo esto ha ocasionado que en esa región haya más víctimas, desplazados, muertes, desapariciones, injusticia, violaciones, encarcelamientos y todo tipo de atrocidades en contra de una población que lucha por defender lo más elemental y sagrado como sus propias vidas y su libertad.
La peor parte se la llevan las mujeres, pues se han convertido en el sector más vulnerable de la población. Los talibanes arremeten contra ellas sustentados en todo tipo de prohibiciones y atentados contra todos sus derechos.
Es lamentable que todo esto esté ocurriendo, ya que durante mucho tiempo las nuevas generaciones de afganas se habían adaptado a otro tipo de costumbres, donde podían escoger que hacer son sus vidas a nivel profesional, familiar y social.
Durante las dos décadas en que los Talibanes no estuvieron en el mando, las mujeres pudieron tener acceso a algunas escuelas, unas ejercieron el periodismo, pudieron vestirse diferente y sentirse con un poco más de inclusión en la sociedad.
Actualmente, con el gobierno Talibán en el poder, la libertad de las mujeres se limita a lo que está consagrado en la ley Islámica, la Sharía. Una ley donde la mujer no es tenida en cuenta, donde es sometida, humillada, maltratada y castigada duramente por cometer cualquier error, o por no cumplir a cabalidad con lo que es impuesto por la ley.
Las mujeres y niñas pierden casi todos sus derechos, no tienen acceso a la salud, no pueden estudiar, no se les permite desplazarse libremente, no pueden trabajar, se les condiciona su libertad sexual, deben usar un traje especial llamado Burka, con el cual queda cubierto totalmente su cuerpo, excepto sus ojos. Así como éstas, son muchas más las violaciones que se hacen en contra de los derechos humanos y de los derechos de la mujer por parte de estos grupos terroristas.
Es muy triste ver como se pueden perder todos los avances que las mujeres y niñas afganas habían logrado. Muchas de ellas se prepararon profesionalmente e incluso, habían llegado a desempeñar un papel muy decisivo en la historia de su país, algunas ocupando cargos políticos y otras siendo la voz de todas en organizaciones internacionales desde donde luchaban por seguir alcanzando más aspectos positivos para su pueblo.
Ponernos en el lugar del otro, es un signo de humanidad que nos debe unir. No podemos ser indiferentes frente a esta situación. En un país como el nuestro, los derechos de la mujer son menos vulnerados, son muchas las oportunidades que tenemos para desarrollar nuestras capacidades y cumplir nuestros sueños. Razones como estas deben impulsarnos a hacer algo por quienes no son libres y unidos debemos alzar la voz por quienes no pueden hacerlo.
Todos los días escuchamos noticias de lo mucho que sufren las mujeres en Afganistán y es muy difícil ignorar esa situación. Como niña veo con impotencia, como ellas tienen que crecer aprendiendo a percibir el signo más pequeño que pueda ofender a los hombres y tener muy presente siempre cuáles son sus límites.
El mundo entero debería luchar por lograr la libertad de todas las mujeres, y que haya igualdad de derechos.
Todos debemos mirar a Afganistán con más caridad y no quedarnos con solo sentir compasión.
Los Derechos Humanos son universales y es responsabilidad de todos tomar acciones por tratar de hacerlos cumplir. Esto lograría que nuestro mundo sea un lugar de todos, donde la libertad, la tranquilidad, la paz, la fraternidad, la igualdad, el respeto y el amor sean los valores que rijan la sociedad.
La comunidad internacional debe actuar para que las afganas no queden abandonadas, no pierdan los avances que habían tenido y conserven la esperanza de seguir libres, en paz y progresando para construir el lugar que siempre han soñado.
Las afganas marcharon en Kabul en defensa de sus derechos y su inclusión en el Gobierno